
Un virus es un parásito intracelular obligado, que depende de la maquinaria celular para poderse replicar y producir nuevos virus. Tienen diversas características del genoma, que les permite ser clasificados y estudiados. Por ejemplo, los virus contienen genomas de DNA o de RNA, con una simple cadena o doble y este puede ser lineal o circular, estar o no segmentado entre otras características.
Los virus tienen propiedades dinámicas, por lo que podríamos considéralos como entidades enigmáticas que están en los límites de lo vivo (cuando están en una célula huésped) y lo inanimado (cuando están fuera), es decir, necesitan de otro organismo para replicarse y producir nuevas partículas virales. De hecho, existen grandes controversias de si un virus puede ser considerado un ser vivo o no.
En los últimos años la investigación en la virología ha permitido comprender algunos aspectos importantes de la evolución biológica. Se sugiere que su evolución ha sido un proceso paralelo con el de las células que infectan. Han habitado el mundo desde sus inicios y tienen un papel muy importante para el planeta, su clima y la vida en él. Por ejemplo, algunos virus marinos matan a su huésped y contribuyen así al ciclo del carbón.
Se encuentran en todos los ecosistemas y tienen un papel central en la evolución de la vida en la tierra, intercambiando material genético, como en la invención del DNA y algunas proteínas y enzimas que intervienen en éste y los mecanismos de su replicación.
La entrada de los virus a las células huésped, depende de un reconocimiento específico por medio de algunas proteínas de la superficie viral con moléculas (receptores celulares) en su célula blanco.
En el caso de los Coronavirus, como el virus SARS-CoV-2 de la pandemia COVID-2019, tienen una envoltura que son de ácidos grasos. Los jabones y desinfectantes logran degradar las grasas, de manera que inactivan al virus, ya que necesita esta membrana para poder ingresar a sus células huésped.
La creación de las vacunas ha permitido que se puedan controlar o incluso erradicar enfermedades virales, como es el caso de la viruela. Al recibir una vacuna, se genera inmunidad para protegernos de una infección viral.
Actualmente tenemos vacunas efectivas y seguras como la de poliomielitis, la triple viral, contra varicela, rotavirus, hepatitis A y B, contra algunos subtipos del papiloma humano, la rabia, fiebre amarilla, dengue y contra la influenza. Además, existen fármacos que ayudan a interrumpir el ciclo de su replicación, como aquellos que son empleados para tratar a las personas infectadas con VIH, Influenza, Herpes, entre los más importantes.
En general, al replicarse los virus incorporan algunas mutaciones, pero aquellos que tienen genomas de RNA tienen una alta frecuencia de mutaciones. No obstante, existen algunos mecanismos por lo que algunos de ellos no incorporan todas estas mutaciones (como el virus de sarampión), otros como los coronavirus han incorporado mecanismos de reparación, pues contienen genomas muy grandes y les permite conservar sus genomas con menos variación. Sin embrago, algunos virus presentan una importante variación antigénica al replicarse, por estos cambios en los antígenos de la superficie viral, como es el caso de la influenza, lo cual conlleva a tener que vacunarnos cada año para generar la inmunidad contra los antígenos que han cambiado durante este tiempo, también los virus de VIH presentan una variación antigénica importante en algunos de sus antígenos, lo que ha dificultado la elaboración de una vacuna efectiva, entre otras cosas más.
Si aprendemos la lección obtenida con el virus de la viruela, que con campañas de vacunación eficientes se logro erradicar, podemos lograrlo con otros virus. Se espera que pronto se logre encontrar una vacuna eficaz que nos permita controlar la pandemia del COVID-19.
Con información de la Doctora Gabriela García Pérez, jefa del Laboratorio de Microbiología Molecular, Departamento de Microbiología y Parasitología de la UNAM
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